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LA MAGIA DEL ALTIPLANO BOLIVIANO

LA BELLEZA INVEROSÍMIL DEL SALAR DE UYUNI; LA EXUBERANTE VEGETACIÓN DE LOS YUNGAS, HAN QUEDADO PERFECTAMENTE RETRATADOS EN EL "WESTERN" "BLACKTHORN", DEL DIRECTOR ESPAÑOL MATEO GIL.
Con este filme, Gil no sólo ha revivido al legendario bandido Butch Cassidy, sino también ha dado un nuevo valor agregado a Bolivia al mostrarla como un destino turístico donde es posible hacer cine de calidad, rompiendo así algunos mitos que se habían creado en los últimos años en torno al país andino.
La película "Blackthorn", protagonizada por el estadounidense Sam Shepard y el español Eduardo Noriega, cuenta la historia de un Cassidy-Robin Hood, con fuertes códigos de honor, que no murió en el tiroteo de 1908 en el sur de Bolivia, sino que envejeció en ese país y está listo para volver a su natal Estados Unidos.
En el camino, Cassidy (Shepard) se encuentra con el español Eduardo Apodaca (Noriega), un ingeniero de minas perseguido por robo con quien terminará entablando una relación de camaradería.
El escenario debía ser un personaje más en esta historia, un personaje lo suficientemente poderoso como para sacudir a los espectadores que parecen haberse "inmunizado" a los grandes paisajes, comenta Mateo Gil a Efe.
Así, Gil llegó a Bolivia en busca de paisajes que casi tuvieran vida propia, "igualmente áridos" que los del típico "western" americano y, al mismo tiempo, "totalmente distintos". Y los halló.



AMOR AL ALTIPLANO
El español emprendió entonces un "viaje de reconocimiento" con el coproductor de "Blackthorn", el italiano Paolo Agazzi que vive en Bolivia desde hace 36 años, para ver si era posible rodar en el altiplano "una película tan compleja".
"La conclusión de ese viaje fue que iba a ser muy complicado, pero ya no podía ser de otra manera. Nos quedamos enamorados del altiplano y decidimos que no se podía rodar en otro sitio, aunque fue más sencillo de lo que previmos", agrega Gil.
Escena rodada en el Salar de Uyuni
Lo siguiente fue encontrar al actor ideal para el papel de Cassidy, y quién mejor que una leyenda para interpretar a otra. Eso Gil también lo tenía claro, así que sin reparar en costes, contrató a un director de reparto internacional para hacer llegar el guión al actor y escritor Sam Shepard.
"Lo único que necesitábamos era que leyera el guión y, si le gustaba la película, la hiciera. Y efectivamente dijo que sí, casi sin preguntar por las condiciones", y a sabiendas de que sería un rodaje complicado y una producción "que no era grande", recuerda Gil.
Con los actores ya contratados y una serie de posibles problemas de logística, alimentación y hospedaje, comenzó esta experiencia que, a decir del director español, fue "intensa pero muy buena".
Agazzi recuerda que una de las dificultades más grandes fue atender, hospedar y movilizar adecuadamente al centenar de personas, entre actores y técnicos, que conformaban el equipo, además de los caballos usados en las secuencias de persecución.
"Los caballos son animales muy sensibles, muy delicados y con ellos teníamos los mismos problemas que con la gente: dónde alojarlos, dónde alimentarlos, si les iba a dar 'sorojchi' (mal de altura)" como a las personas o no, dice Agazzi.
Superados estos inconvenientes, el resto ya es historia. Quedan para el recuerdo aquel día de abril de 2010, cuando la ciudad de Potosí (suroeste) amaneció paralizada y con un aire de 1925 para la filmación de diversas escenas, o las fugaces clases de charango que el músico boliviano Donato Espinoza dio a Shepard para que interpretase el clásico 'folk' inglés "Sam Hall"".

SATISFACCIÓN
Gil quedó satisfecho con el resultado final: una película de calidad, "con una factura bastante buena", algo que tal vez no habría sido posible de lograr en España o en Estados Unidos porque "es un tipo de cine que no tiene una demanda muy alta".
Escena donde aparace el nevado Huayna Potosi
En las primeras semanas de proyección en Bolivia, "Blackthorn" ha cosechado críticas positivas, como la de la directora de la Fundación Cinemateca Boliviana, la cineasta Mela Márquez, que en declaraciones a la Agencia Efe destaca el "estupendo despliegue de producción" y la "maravillosa interpretación de Sam Shepard".
Aunque también hubo opiniones más exigentes, como la del escritor boliviano Mauricio Souza, quien señaló en un artículo publicado en un diario local que la película es una "experiencia interesante, hasta curiosa, pero nada memorable".
Pero al margen de la crítica, para Agazzi uno de los mayores méritos de la película fue el intercambio de experiencias y conocimientos entre los técnicos españoles y bolivianos del equipo de producción.
Además, a su juicio, el filme es "un portafolio de lo extraordinariamente variados e interesantes que son los paisajes y la geografía en Bolivia".
"Eso puede significar un aliciente para que otras producciones decidan venir a explotar ese enorme potencial, sabiendo además que se puede, en condiciones a veces límite, hacer un producto sumamente profesional y de mucha calidad", agrega el italiano, que tiene una vasta experiencia en este tipo de coproducciones.
Márquez coincide con Agazzi al señalar que el rodaje y la película en sí ayudan a promocionar al país, pero además las producciones grandes suelen traer consigo "una serie de habilidades" que los cineastas bolivianos pueden aprender.

Agrega que el nivel de la industria cinematográfica boliviana mejoró bastante en los últimos años, lo que, a su juicio, hizo que se fijen en Bolivia directores españoles como Gil o su compatriota Icíar Bollaín, que hace dos años rodó en el centro del país su laureada "También la lluvia".

PREJUICIOS DERRIBADOS
Precisamente, ambas producciones han ayudado a romper al menos tres mitos y temores. El primero, el de la altura. Y qué mejor ejemplo para echarlo por tierra que la cabalgata a todo galope de Sam Shepard, próximo a cumplir 68 años, por el salar de Uyuni.
Además, contra todo pronóstico, el "sorojchi" no causó mayores problemas a los actores. Y eso que en las nueve semanas de rodaje, el equipo se movilizó entre los 3.800 y 5.000 metros de altitud, viajando la mayor parte del tiempo por inverosímiles carreteras para llegar a los lugares elegidos para el filme.
El segundo mito, el miedo a la inseguridad y las convulsiones sociales. Gil justifica que ese temor viene porque por años, Bolivia tuvo fama de ser un país "convulso y políticamente inseguro y eso da mucho miedo a los inversores" por el riesgo que implica hacer una película en un país con esas características.
Pero los tiempos van cambiando y producciones como "Blackthorn" y "También la lluvia" ayudan a que afuera se pierda el miedo a rodar en Bolivia, agrega.
Escena filmada en Tupiza
El tercer mito, la calidad de los recursos humanos y técnicos, que más bien dejaron gratamente sorprendido al director español, empezando por el "fantástico" reparto boliviano, en el que destacan los actores Luis Bredow, Cristian Mercado, Daniela Aguirre, Raúl Beltrán, Luis Aduviri, Claudia Coronel y Ericka Andia.
Gil también destaca que el país andino "cada vez tiene mejores infraestructuras y hay más gente que está preparada para ser el equipo técnico de una película".
Bolivia aún está lejos de ser la panacea de la industria cinematográfica, pero el augurio del director español es claro: "Creo que a Bolivia le espera un gran futuro como plató de rodaje y como país productor de cine".  

"Con "Blackthorn", el director Mateo Gil no sólo ha revivido al legendario bandido Butch Cassidy, sino también ha dado un nuevo valor agregado a Bolivia al mostrarla como un destino turístico donde es posible hacer cine de calidad"

"El "sorojchi" -mal de altura- no causó mayores problemas a los actores. Y eso que en las nueve semanas de rodaje, el equipo se movilizó entre los 3.800 y 5.000 metros de altitud, viajando la mayor parte del tiempo por inverosímiles carreteras para llegar a los lugares elegidos para el filme"

1.  La Isla pescado en el centro del salar de Uyuni, otra de las localizaciones del film 
• 2.  El director español Mateo Gil 
• 3. Una vista del Salar de Uyuni, una de las localizaciones del film
• 4. Camino de los Yungas hacia la Asunta, otra de las localizaciones del film.

Fuente: periódico Los Tiempos

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